¿Cuál es la diferencia entre colarte en el metro de Barcelona y el de Hannover? Los remordimientos de consciencia. En Hannover los estudiantes viajan gratis, aunque nieve, aunque haga sol, aunque lluevan pelotas de ping pong: no se paga.
Los que habíamos llegado en septiembre habíamos comprado un ticket escolar mensual, pero antes de empezar octubre ya teníamos en nuestros buzones el objeto más preciado de todo el Erasmus: el Semesterticket.
Por el simple hecho de pagar la matrícula semestral, que no llegaba a los 170 euros, recibíamos un papelito con un holograma en la esquina. Era blanco. Era feo. Es más, era horrible. Pero te daba derecho a viajar gratis por Hannover y por la Baja Sajonia, hasta Bremen y Hamburgo, por el módico precio de cero euros. Y usar las instalaciones deportivas de la Universidad. Y hacer cursos de alemán, turco, japonés, chino, francés, español... Y de Photoshop, AutoCAD, Linux,... Y de salsa, hip hop, tango,... Y entrar a todos los sitios pensados para estudiantes a precios de risa... En resumen, te daba derecho a hacer vida de estudiante prácticamente "by the face".
¿Y qué pasaba si lo perdías? ¿Qué pasaba si te quedabas sin EL OBJETO? Es más, ¿Qué pasaba si simplemente sospechabas haberlo perdido, pero no tenías ganas de buscar? Bastaba con acercarse en 5 minutos al Service Center de la Universidad, rellenar un papelito diciendo que habías perdido la tarjetita y recibir una nueva, más blanca y más reluciente todavía. Y sin arrugas.