lunes, 21 de abril de 2008

Zaza, el nacimiento de un mito

[La información de este post está anticuada, pues tal y como nació el mito, volvió a caer al cabo del tiempo. Para más información sobre el estado actual de Zaza puedes leer este post (click aquí). Recuerda que siempre quedarán los miércoles Phoenix, la competencia directa de Zaza, misma oferta y mismo formato ;)]

Aunque parezca mentira, seguimos en octubre de 2006. Días soleados, manga corta, helados de mango y una chaquetita fina para la noche. Continuaba la Alemania tropical. Barbacoas en Silo, lunes al karaoke irlandés y a la discoteca Palo Palo, viernes el cumpleaños de alguien o la fiesta internacional de turno. El resto de días ya sólo íbamos a tomar algo, o como máximo a las discos de detrás de Hauptbahnhof, con su café gratis para cuando abandonas el antro. Glocksee, Chez Heinz, Faust... Ya empezábamos a tenerlos muy vistos. Había que innovar, nuestro contrato Erasmus nos pedía explícitamente que fuéramos de fiesta cada día para conocer nuevas culturas.

Fue Jordi el artífice, fue Jordi el Mesías: "Me han dicho que hay un sitio detrás de Hbf que los miércoles ofrece barra libre a 6 euros". Los "cubatas" que nos servían en cualquier sitio tenían medio dedo de alcohol y el resto del vaso de refresco. Estábamos hartos de tomar cerveza, se nos empezaba a poner cara de alemanes: necesitabamos innovar, lo necesitábamos ya. La primera expedición se había creado, acompañábamos a Jordi a la aventura Zaza: diría que venía también Salva y algunos de los nuevos, que por aquél entonces eran "Chuso and co". Zaza, un cubículo que más que un local parecía una columna hueca, que no llamaba la atención, que no parecía tener nada de especial, a primera vista.

"Ausweiss, bitte" (identificación). Puff, ya empezamos. Sólo les faltaba mirar que lleváramos un calzado "apto" y hablar castellano para hacernos salir de la burbuja Erasmus en la que estábamos metidos. Por suerte no fue así, sólo querían ver nuestra edad, y cobrarnos seis euros. Y darnos un papelito donde ponía "Getränk" (bebida)... ¿Cómo? A Jordi le empezó el sudor frío, había enredado a unas 6 personas prometiéndoles barra libre a un módico precio, y todo parecía indicar que con esos 6 euros recibías una bebida, y gracias. En realidad no nos dolía tanto, acostumbrados a nuestras queridas ciudades natales, pero en fin, nuestro gozo en un pozo.

En un pozo sí, pero en un pozo lleno de Vodka. No hacía falta ser muy observador: la gente pedía sus vasos con el ticket, y cuando los terminaba... Pedía otro. Fuimos puntuales, a las diez. La oferta terminaba a las doce. Los Wodka - Red Bull y los Gyn - Lemon se juntaron con la sed durante la friolera de dos horas. El que definió el alcohol como un lubricante social seguro que pasó alguna vez por Zaza, aunque esta vez no había explicación científica para las mutaciones que sufrimos. Quiero pensar que nadie contó los vasos que nos bebimos, quiero pensar que la primera vez fue light. Y así lo puedo contar, pues no hay fotos para demostrar la contrario, ni testigos que estuvieran en plenas facultades físicas y psíquicas para negarlo.

El caso es que repetimos la semana siguiente, esta vez con más seguidores. Y la siguiente también, con más adeptos aún. Y la siguiente, y la siguiente a la siguiente, y así hasta la fecha de este post, año y medio después, con una pequeña pausa en agosto, por razones que muchos conocéis, pero que muchos tendréis que esperar unos 3 años en conocer, cuando mi Blog llegue a ese día. Había nacido el mito de los miércoles, un mito que traspasaría incluso generaciones Erasmus.

No tenía nada de especial, la música no era especialmente buena, había camareros que no se merecían su sueldo. Pero permitía ver cosas fuera de lo habitual: españoles e italianos llegando puntuales a las diez de la noche para salir de fiesta, incluso antes que los de los demás países; transformaciones masivas en el comportamiento de cien personas a la vez al llegar el último cuarto de hora de la oferta, 23.45; un generador infinito de cotilleos para los días posteriores al miércoles, en los que el "quién se lió con quién", "quién acabó vomitando", "quién desayunó en la estación" o "a quién echaron de Zaza por alcohólico" eran los temas más habituales. Junto con el Dublin Inn de los lunes, se convirtió en una nueva tradición. Junto con la resaca de los jueves, se convirtió en un nuevo dolor de cabeza. Sin palabras.

Pfandman: the beginning

Todos habíamos oído hablar de él. Todos sabíamos que existía. Todos conocíamos su forma de actuar. Pero ninguno de nosotros lo había visto en persona: era él, era Pfandman. Bares de copas, antros, calles transitadas, calles desoladas... Ningún lugar escapaba a las garras de Pfandman.

Para los nuevos en el tema Pfand, empezaré por la traducción literal, que vendría a ser "Depósito retornable", o lo que es lo mismo, una pequeña cantidad de dinero que pagas al comprar una botella, y que te será devuelta en cuanto lleves la botella al lugar donde la compraste. Algo así como lo que había en España hace años, cuando devolvías las botellas de cristal de gaseosa y Coca-Cola, pero llevado a la perfección. En Alemania el plástico también tiene Pfand, nada más y nada menos que entre 15 y 25 céntimos. Las "botellitas" de cerveza, unos 8 céntimos. Esto permite la erradicación de deportes como el "lanzabotellas" o "la botella forestal", así como el nacimiento de nuevos deportes nacionales, como es el "cerveceo gratis" o, el más original de todos, el jugar a ser Pfandman. Estudios realizados por personal altamente cualificado indican que en una noche deambulando por antros y calles próximas a bares en la ciudad de Hannover se puede recopilar la cuantía de aproximadamente muchos euros en concepto de botellas vacías a ser retornadas.

Pfandman es el único superhéroe que lleva la cara descubierta, y su principal arma (opcional) es un bastoncito que usa para alcanzar las botellas en los lugares más difíciles, como son papeleras o esquinas escondidas. Pero nuestra mezcla de Capitán Planeta con Cálico Electrónico es mucho más que eso, Pfandman es una filosofía de vida, una forma de solidaridad sin fronteras. Y una estancia en Alemania permite a todo ciudadano descubrir el Pfandman que lleva dentro.

El descubrimiento de esta nueva faceta en nosotros mismos ocurriría pocos días después, en la fiesta de Ingeniería Civil. Ya conocíamos el concepto Pfand, y ya habíamos experimentado nuestras primeras devoluciones, pero no habíamos probado nunca el Pfand masivo, era nuestra primera vez. Las cervezas costaban en esta fiesta unos dos euros, hasta aquí todo bien, fiesta universitaria y bebida barata suelen ir juntos. Lo sorprendente era el precio del Pfand: 50 céntimos por botella. No tardamos en crear un nuevo proceso mental que asociaba la visualización de un objeto que respondiera a la forma de una botella de cerveza Becks con el ahorro de medio Euro en la compra de la siguiente cerveza, que ya de por sí era barata.

Alguno de nosotros fue más allá en este concepto y, echándole bastante más morro, ideó el concepto ["recolección de 5 botellas de cerveza Becks" = "1 Becks gratis"]. El resto nos dimos cuenta que no te decían nada por hacer esto, y que además el resto de gente se había dado cuenta y acababa de iniciar una especie de "guerra del Pfand". La cosa pasó de la originalidad al patetismo, y poco tardaríamos en vernos convertidos en guardianes de nuestra colección de 4 cervezas, rastreando el suelo y las esquinas con la mirada, en busca de la felicidad en la quinta botella vacía. Desarrollamos también una habilidad que detectaba el nivel de borrachera de nuestros compañeros de fiesta, y determinaba la probabilidad de que sus botellas fueran abandonadas en cualquier lugar al llegar a su fin. Por suerte esto no se convertiría en una tónica sino en una anécdota: el caso es que ese día igual nos habíamos gastado dos o tres euros en toda la noche. Pfandman invita.


(foto by Edu)