domingo, 1 de julio de 2007

Jaumanfang...

El primer día tuvimos suerte: no llegamos a tiempo para alimentarnos en el Mensa propiamente dicho. En su lugar comimos en la cafetería, creyendo que era el Mensa, y aventurándonos incluso a decir "Pues no es tan barato...". Inconscientes... Siempre nos quedará el consuelo de Colón y sus Indias.

Al cúmulo inicial se había añadido Radek y Kasia, los dos polaquitos, y Sara había desaparecido del mapa. Más tarde se unieron otros erasmus, a los que ya no identifico (demasiada gente para aprenderse en un día). Ahí ya se difumina todo, supongo que por agotamiento mental en aquel momento. Lo que está claro es que al despedirnos quedamos para salir esa noche, aunque estuviéramos todos muertos de sueño. Había un bar irlandés que según Radio Makuto tenía precio de estudiante para la cerveza los lunes y viernes. Total, por un día... Además, ¡era el primer día oficial de erasmus! ¡Por qué no ir! Um acht Uhr im Kröpcke Uhr!! (a las 8 en el reloj de Kröpcke). Una frase que quedaría para la posteridad, pues no nos cansaríamos de oírla y repetirla.

Hasta las ocho teníamos tiempo de sobras. Fui a notificar mi mudanza a mis ex-vecinos y los planes de Karaoke a mi nueva vecina (sí, el bar irlandés era un karaoke...). Siesta. Partida de cartas. Tranvía. Puntualidad europea. Baguettes: sería el único día que comeríamos algo en ese bar, pero no el único día que iríamos. Aproximadamente volvería a ir 40 veces más, siempre en lunes.

La cosa seguía como por la mañana, sólo que ahora con cervezas de trigo de medio litro (Weissbier!!). Todos hablando con todos, rondando por el bar: no había "grupitos". Era el Dublin Inn, desde ese día el punto de encuentro de los erasmus, lunes tras lunes. Cerveza, escenario para cantar, gente nueva... Rachel la inglesa que hablaba rapidísimo, Alexis el francés que hacía fotos, John el inglés muy inglés, Fred el francés muy francés, Michal el superpolaco, Szimon el polaco que no parecía polaco, Ray el inglés que todos pensábamos que era de China, Timo el finlandés calmado y divertido, Andreas el polaco salido, el brasileño tiracañas, Margarita la búlgara fotogénica, Adriana la rumana de mirada fija, Ilona la finlandesa muy finlandesa... Menos ir al lavabo y pocas cosas más, a partir de ese momento lo haríamos todo juntos.

Quizás con quien más hablamos fue con Rachel y los polaquitos. Rachel vivía también con nosotros en Bischosholerdamm (fuera del mapa), y los polaquitos vivían en Callinstrasse. Más tarde nos lo contarían: la "Callin" era una de las mejores residencias de Hannover, y hasta el año anterior los Erasmus iban allí de cabeza. Pero a lo largo de los dos años anteriores algunos erasmus españoles habían involucionado lo suficiente como para llenar una lavadora de botellas de cerveza hasta reventarla, lanzar sillas balcón abajo, lanzar bicis balcón arriba, y pasar el rato de otras muchas originales maneras. Supuestamente las gamberradas eran cada vez más gordas, incluso las que hacían los no-españoles para luego acusarlos a ellos (de perdidos, al río). La pelota se hizo tan grande que al final explotó. En España habrían buscado a los responsables y les habrían hecho comprar otra lavadora, o habrían subido los precios de la residencia para que todos pagaran los estropicios de unos pocos. Pero estamos en Alemania, y como buenos alemanes quisieron cortar el problema de raíz. ¡¡No más españoles en la Callin!! Cogieron el mapa de Europa, lo partieron por la mitad, y recolocaron a los erasmus del año siguiente (nuestro año). Los del Este a la Callin, los demás fuera del mapa. Y así fue: ningún español volvió a pisar Callinstrasse, por los tiempos de los tiempos.

¿Seguro? ¿Ninguno más? Quedan aún muchos posts para saber la verdad...

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